Héctor Arias, líder global para el sector bancario en Red Hat
En el sector financiero, modernizar no
es una opción sino un imperativo estratégico. Sin embargo, esta modernización
tiene que ir más allá de actualizar la tecnología; implica una transformación
holística para que las entidades financieras aprendan a operar en ecosistemas
de clientes, proveedores y socios. La banca abierta en esencia consiste en:
colaborar para ser capaces de proporcionar los mejores servicios financieros
posibles donde el cliente los necesita.
Pero esto supone enormes retos. Si un
banco se conecta con sus clientes a través de socios, ¿cómo puede garantizar y
responsabilizarse del cumplimiento normativo? Si por ejemplo ofrece préstamos
esenciales para que un e-commerce venda, ¿qué acuerdo de nivel de servicio
tiene que ofrecer? ¿Cómo se dará soporte técnico a esa conectividad? ¿Cómo es
el precio de los productos distribuidos por banca abierta? ¿Cómo es el nuevo
modelo de negocio? ¿Cómo no perder la relación con el cliente final? ...
etcétera.
Las regulaciones de open banking en el
mundo giran alrededor de un concepto claro: EL CLIENTE ES DUEÑO DE SUS DATOS. Y
no sólo es el dueño sino que además las entidades que los almacenan, por
ejemplo los bancos, tienen que tener habilitados mecanismos técnicos de
compartición con terceros. Estos datos son privados y confidenciales, y por
tanto los esquemas de open banking tienen que permitir a los clientes dar
instrucciones para compartirlos con terceros de forma segura y controlada. De
forma unánime, esta compartición se realiza a través de tecnología API -
iniciales de Application Programming Interface en inglés, ya que permite
autorizar, revocar, limitar acceso a determinados datos, etc sin necesidad de
entregar passwords de canales digitales a terceros. Esta nueva apertura de los
datos redefine la experiencia del cliente, acelera la innovación e impulsa la
competencia. Por ejemplo, los datos de saldos y movimientos ayudan a que los
bancos ofrezcan el mejor préstamo posible a sus clientes, y si el historial de
un cliente puede ser compartido con otros bancos a través de open banking, el
cliente va a recibir la mejor oferta posible de varias entidades financieras.
Desde el punto de vista de las
entidades financieras, el open banking incrementa exponencialmente la necesidad
de interoperabilidad, resiliencia, eficiencia y agilidad. En cierta manera, es
como si la entidad dejase de ser “sólo” un banco (por ejemplo), para además ser
una compañía tecnológica capaz de desarrollar productos y servicios muy
ágilmente, servirlos a través de APIs, y operarlos a un coste marginal muy
bajo, es decir, muy eficientemente, y además con una disponibilidad muy cercana
al aspiracional 100%. Hoy plataformas como Red Hat Openshift son utilizadas por
entidades financieras líderes en todo el mundo ya que proporcionan esa
capacidad fundacional para interoperabilidad, resiliencia, eficiencia y
agilidad como plataforma de aplicaciones, así como la “nube híbrida” de
infraestructura (cualquier infraestructura o combinación de
infraestructuras).
Desde un punto de vista operativo, el
open banking está creado por desarrolladores y para desarrolladores
(“developers”). Hoy muchas entidades financieras ya tienen su propio portal de
desarrolladores, para que los desarrolladores de los socios estudien las APIs
disponibles, su documentación técnica, y su proceso de integración. Muchos
bancos ya están acelerando el desarrollo de sus portales gracias a Red Hat
Developer Hub, basado en el proyecto de código abierto Backstage de Spotify.
En latinoamérica, las instituciones
financieras tienen una doble ventaja, por una parte el sistema cuenta con menos
carga de sistemas legados y está más abierto a la innovación, en comparación
con regiones como Europa o EE. UU. Por otra parte, hay una fuerte comunidad de
emprendimiento e innovación con mucho interés en construir sobre la banca
abierta. Experiencias en Brasil han servido para demostrar una extraordinaria
capacidad de innovación digital.
Como hemos visto, la banca abierta
tiene sentido si y sólo si ayuda al cliente (particular o empresa). Por eso las
regulaciones tienen un papel trascendental; guían el cambio protegiendo y
creando nuevas oportunidades para los clientes, sin renunciar a la seguridad,
privacidad y resiliencia que el sistema financiero debe proporcionar. Estas
regulaciones y modelos de negocio presentan diferentes nombres que recogen
similares conceptos alrededor de la “apertura”: open banking, open finance,
banking as a service, open data, etc.