Descripción de una
triste realidad. Típico en una reunión familiar no falta el comentario incisivo
y fastidioso. Mijita cuántos años tiene?.... y no se ha casado?.... Uy!!! En mi
época eso era para quedarse vistiendo santos… Lo bueno es que a Ud. no se le
nota la edad que tiene….
¿Qué toca en esos casos? Omitir cualquier comentario, forzar
una risa y salir por la tangente.
Ese momento incómodo muchas lo habrán sobrellevado
argumentando aquel adagio popular matrimonio y mortaja del cielo bajan.
Para Susanita esa bendición no llega. Es la novia de un
joven llamado Andrés, con quien tiene un pequeño bebé.
Como llevan juntos ya cuatro años ella supone que tiene una
relación “estable”, sin embargo, su criterio podría estar equivocado. Andrés,
en cambio, disfruta a sus anchas de las ventajas que le da su relación. Aunque su hijo y su pareja son
parte fundamental en su día a día, no ha pensado en el matrimonio. El perder la
capacidad de decir qué hacer y con quién estar en su tiempo libre le aterra.
“Quiero mantener mi vida loca, no me agrada la idea de comprometerme, pedir
permisos, limitar mis salidas y amistades” me afirmó.
Su prioridad sí es darle al bebé un hogar estable pero
asegura que tiene el gen de la infidelidad muy arraigado, le es difícil
mantenerse monógamo por lo que cree más sincero no definir la relación con un papel
civil y bendición religiosa.
Nuestro personaje opuesto es David, tiene 28 años y 6 de ellos con la misma pareja. Este romántico
soñador cree en el amor y el matrimonio. Afirma tiene un apego por la familia y
la tradición católica ya que se le inculcó desde muy pequeño y ahora son sus
pilares fundamentales en el proceso de formación que vive día a día.
La iglesia, la bendición del padre, la simbología de los
aros, son mucho más importantes que el mismo compromiso civil. Para este
devoto, el sueño de verse ante el altar se realizará muy pronto. Su noviazgo ha
sido largo y le ha permitido disfrutar de la relación, conocer poco a poco a su
pareja y todo lo que involucra. Gustos por la música, el cine, conocer a la
familia política, compartir ideología y planes de vida. “El proceso fue lento, nos
conocimos sin prisa y hoy estoy
convencido de que hice la mejor elección”.
Sin embargo estos dos personajes tienen una sola cosa en
común, ninguno de los sabe en realidad en carne propia que es el matrimonio y
lo que implica estar casado.
Solo conviviendo en vida matrimonial puedes argumentar sobre
las mieles y hieles de este sacramento o compromiso civil.
Y aunque cada día más personas se rehúsan a dar el sí y le
apuestan a la convivencia libre, el matrimonio sigue siendo una institución
poderosa de la sociedad. Que a muchos les sume en un mundo idílico de cama compartida,
cena calientita y la prometedora imagen de verse viejitos y juntitos.
Argumento: La
felicidad del matrimonio sólo es completa si llegan los hijos. Ese es otro dilema del que se puede
discutir. La pareja qu
e decide vivir en
matrimonio lo hace pensando en el disfrute que le otorga su pareja, en su
visualización con ella con el pasar de los años y en la prolongación de sus
existencia a través de los hijos.