Mirar desde el cielo lo majestuoso que es tu esplendor, la gran magnitud de tus calles, oler luego el maíz hecho tortilla, descubrir la sabia de tu vida que se rige en ceremoniosas cúpulas, en calles coloniales, estrechos callejones que albergan historias pasionales, historias de revolución, historias banales. Hacerte mía linda ciudad por siempre Azteca, vivir en la piel tus melodías como cuando niña pero ahora frente a frente. Eso me causa alegría. Que legado has dejado en mi alma, has sido escenario de grandes alegrías, de experiencias enriquecedoras de nuevas compañías, de amigos, de memorias. Por mi lengua corrió el sabor intenso de tus frutos, el chile, aguacate y tequila, el jugoso sabor de la sandía y la crocante masa de tortilla. Te he dejado lejos pero vives, como siempre en mi nostalgia, hoy en el recuerdo vivo y en la ansias de volver a verte algún día.