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Bailar es dar un paso al infinito, estar en un momento incierto, sentir la adrenalina fluir por todo el cuerpo, moverse al compás del alma. Te he recorrido Imbabura entera, en la memoria y desde mis pies mi todo te ha conocido… El alma negra con la bomba del Chota también ha sido mía, he recogido la algarabía de tu danza fungiendo en mi vientre un núcleo intenso de la sabia norteña. Que decir de mi Cuenca amada, sus colores intensos también se han mostrado en el movimiento de un anaco opulento y majestuoso y soy montubia y fluye la coquetería pura, cuando después de una cosecha onerosa de arroz, festejo en el escenario natural de un Zaruma onírico… En Pujulí, Latacunga y Salcedo, el contraste de los rebozos se asemeja al baile intenso de los colibríes…
Hoy retomo los designios de mis sentidos, pongo nuevamente en el escenario mi cuerpo y los deslizo bajo el sonido fuerte de un bombo, con el pingullo que, en complicidad del viento, eleva hacia el infinito notas de purí...