El Consejo Nacional Electoral (CNE) está depurando el Sistema de Transmisión y Publicación de Resultados (STPR) que se utilizará en las elecciones del 19 de febrero de 2017. Dicho sistema reemplazará en parte a las juntas intermedias de escrutinios (JIE) que se usaron desde el 2009. En el Plan Operativo Electoral, aprobado la semana pasada, se establece que el STPR tendrá tres elementos: recintos de transmisión y publicación de actas; centros de procesamiento y presentación de resultados, y el centro de mando. El objetivo de los primeros es funcionar como centros de acopio de las actas de escrutinio de las juntas receptoras del voto (JRV), las cuales serán escaneadas y enviadas a los centros de procesamiento de resultados que funcionarán en las delegaciones (serán 24). A nivel nacional se instalarán 1.118 recintos (cercanos a las JRV); en Guayas, 382. Los centros de procesamiento concentrarán las actas de toda la provincia; estas serán conocidas por los vocales de las juntas provinciales y luego pasarán al sistema. El centro de mando se ubicará en la matriz del CNE en Quito; desde ahí el pleno del organismo hará el monitoreo y dará los resultados oficiales. El presidente del CNE, Juan Pablo Pozo, explicó que en los comicios del 2014 las actas de escrutinio se transportaban a las juntas intermedias con la custodia de la Policía y recién entonces se subía la información en los centros de totalización en las juntas provinciales; ahora las actas llegarán directamente desde los recintos de transmisión, ubicados en las mismas JRV. Según Pozo, con el nuevo sistema los resultados oficiales se obtendrían en cinco días.
Por Andrés Indaverea, Gerente de Comunicaciones de Marketing para Latinoamérica en Red Hat Los zapatos siempre cuentan la historia, escribió alguna vez Ruta Sepetys en su libro “Lágrimas en el mar” para sacar a flote relatos que valían la pena ser contados. En el ámbito laboral, los zapatos vienen a narrar la historia de un cambio de paradigma en el que las jerarquías se han desdibujado, los códigos formales se han reinterpretado y las comunicaciones se han abierto. Cuando pensábamos en la imagen típica de un líder ejecutivo dentro de una empresa, solíamos imaginarnos zapatos puntiagudos, de cuero, que brillaban bajo las luces dicroicas de una oficina. Zapatos con suelas impecables, que sostenían el peso de una persona que marcaba el paso para decir “presente” y acostumbrada a que la vayan a ver, en lugar de transitar los espacios de trabajo. Pero si los zapatos cuentan la historia, hay una nueva narrativa: los ejecutivos en zapatillas. Ese estilo bohemio y p...